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A TABLAZOS
Supo de la muerte de su hermano cuando estaba en prisión. La depresión y el sentimiento de ausencia lo llevaron a fumar piedra. Por momentos menciona que la lucidez de la droga sólo le duraba el pasón de aire por sus pulmones y lo que los labios morados y quemados permitían hasta el siguiente jalón. Pero eso se acabó cuando se enteró de que había llegado al mismo reclusorio donde se encontraba el asesino de su hermano, y ahí los planes cambiaron por completo, tuvo que esperar a que los dedos índice y pulgar de su mano derecha le permitieran agarrar algo de nueva cuenta con fuerza y no sólo el papel aluminio donde quemaba el sintético.
Comenzó por dejar de fumar e irse a caminar todos los días a la cancha de fútbol, el vapor que esta junto al gimnasio le permitió recuperar un poco de humedad en sus fosas nasales y garganta, aunque tenía dinero para eso una vez cada quince días. Respiraba profundo y al ir caminando recordar y planear dónde, cuándo y cómo sería la venganza pero no sería el talión lo que imperaría, no quería estar quince años más ahí, y ya costaba muy caro contratar a alguien allá dentro para que matara, muy pocos se animaban ya a hacerlo, antes cuando te daban cuatro o cinco años era muy común que las venganzas se llevaran a cabo; ahora no hay quien se anime.
Después de siete meses ya tenía todo el plan armado. Muchos ya le habían señalado quién era el fulano. Un día de visita tuvo que hacer acopio de toda la fuerza de voluntad que tenía, como cuando dejó de fumar y los primeros días les comentaba a sus compañeros de cantón que no le dieran nada, se hacía amarrar de la celda o de la escalera de los camarotes; no quería ir al dormitorio de los arrepentidos y aguantó para planear mejor la venganza. En la estancia el asesino de su hermano se reía, parloteaba, alardeaba, sus aspavientos le causaron mucha irritación y tuvo que pedirle a su madre y hermana que se retiraran, él se encontraba a cuatro mesas.
No había nada, nadie que lo hiciera cambiar de plan, ya estaba todo puesto y arreglado, debería de suceder así: Armaría un borlote muy grueso, golpearía a uno de los custodios que se encuentran en el kilómetro, claro, previo acuerdo con él para que no se mancharan ni en el castigo ni cuando saliera debiera de pagar de nueva cuenta todos las comodiades que ya tenía a lo largo de su encierro, esto es, camarote, baño con agua caliente, vapor cada quince días, pasar por las puertas hasta el campo de fútbol para poder caminar, no tener que ir a firmar cada hora los siguientes tres meses o las posibles represalias de otros custodios para que lo mandarán al apando y ahí el fulano llegaría a través de una borrega que le inventaría un buen cuatro cuando fuera a comprar pulque canero la movida para que llegara al apando, al mismo castigo y terminaran en la celda juntos y la custodia no entraría en el apando. Se sabía que en uno de los anexos se produce la única bebida alcohólica que es producto interno y de calidad embrutecedoramente comprobada, el fulano llegó al dormitorio, la borrega iba detrás de él lo vio comprar el pulque, pagarlo en 25 pesos el litro en botella bonafont y meterlo en una bolsa de plástico de walmart. La borrega lo delató con el custodio, el custodio lo llevó al apando y llegado a la zona de castigo, misma celda, patio, reja, aire húmedo, poca luz, sin dinero que valga ahí y sin saber que de sus dos compañeros de celda de castigo uno es el hermano del que se había llevado con sus propias manos meses antes; además de que nadie escucha ahí, no ve, acordado y el dolor por inflingir pudiese perdurar tanto y tan pausadamente como había sido el acostumbrarse al sentimiento de pérdida como la que había padecido en meses anteriores y que todavía no había algo que lo pudiera suplir. Comenzó la venganza largamente planeada.
Lo último que llegó a recordar el fulano fue lo que dijo el custodio a alguien que se encontraba en la penumbra de la celda. Ahí esta, ya sabes cuanto tiempo tienes.
El hermano, lo primero que hizo fue acercarse con una tabla y darle el primer golpe en las costillas para que se doblara, después una patada en la cara, siguió con amordazar su boca para que los gritos no se escucharan y después amarrar sus manos a la espalda. Todo listo pensó. Se froto las manos levantó la vista al techo, se le quebró la voz cuando habló y dijo, ahora sí, ya estamos listos... va por ti carnal. Comenzó por bajarle los pantalones, el calzón se lo dejó, no quería ver sus nalgas primero enrojecerse y después ennegrecerse con la sangre que se fuera coagulando internamente. A tablazos comenzó la venganza, planeada solamente para las piernas y medio torso, no se deben de notar los golpes, fueron en tandas de diez golpes cada treinta minutos, así durante toda la noche, las últimas tres veces el tercero tuvo que hacerse el dormido, fuera de sí pero sin perder la lucidez el hermano golpeaba con la tabla de los tobillos hacía las nalgas, magullando cada uno de los músculos, cerrando los poros, la sombra que proyectaban en la pared describia todo poco a poco y cayendo la luz de amanecer a la celda el hermano ya exhausto tiro la tabla y al oído le dijo: esto es por haber matado a mi hermano, el fulano estaba de rodillas, era la única parte de sus piernas que podía apoyar y se tuvo que mantener durante dos días así, hasta que llegó la custodia y se lo llevaron en camilla. El tercero en la celda solamente encontraba resguardo del sufrimiento del asesino tapándose los oídos, y los quince o veinte minutos de reposo del hermano. Cuando llegó la custodia a recoger el cuerpo hecho un guiñapo preguntaron quién había sido y porqué, el hermano contestó que él lo había realizado, el tercero solo se limitó a contestar cuando le preguntaron ¿por qué no lo había detenido? Dijo, esa es cosa de dos y un tercero que esta muerto.
Muy buen relato. Y muy interesante blog. Enhorabuena.
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