LAS BORREGAS
Dentro del bestiario de los Reclusorios hoy les platicaremos un poco de las llamadas y odiadas "Borregas". Como su nombre lo indica estos seres capaces de balir a distintos decibeles según sea lo visto y en lo que les pueda retribuir monetariamente. Las borregas son capaces de ver más allá de lo que cualquier otro recluso puede llegar a observar en su entorno e irle a contar a los que vestidos de negro están (en otra entrega les platicaremos del lugar que ocupan los que cubren su cuerpo de telas de este color oscuro en el bestiario del confinado), los internos tienen que ser cuidadosos, desarrollar varias capacidades como una visión periférica de 180º, el desarrollar el sentido del gusto para saber que tipo de carne les están dando en el rancho o si los frijoles no están acedos.
Las borregas parece que disfrutan del ayudar a su candadero, claro, lo que realizan con los otros es una pequeña extorsión, de cobro mínimo pero que les ayuda a pagar su cárcel.
Durante una de las entradas a los reclusorios un buen amigo se ofreció a ir a comprar un pulque, ¡cómo! ¿pulque aquí? preguntamos nosotros, el contestó, claro es el pulque canero que tengo que ir a conseguir a uno de los anexos, regreso en unos diez minutos ¿cuántos litros quieren? Con uno es suficiente, contestamos, sí es mejor que lo prueben, yo me he puesto bien hasta la madre con el pulque y si pone chido aunque bueno no está tan bueno como el de allá afuera, pero pone y eso es lo único que tenemos aquí adentro para emborracharnos.
Después de quince minutos.
Llegó de nueva cuenta al adentro y nos dio a probar, unos cuantos tragos fueron suficientes para sentir la influencia de Ethil en nuestro cuerpo, pero antes de los tragos hizo su aparición "La borrega", llegó e hizo una señal al que había ido a comprar la bebida, oye, te puedo pedir que vengas por favor, te hablan acá afuera. Sí, contesto y rápido salió del adentro en el que nos encontrábamos, después de diez minutos de esperarlo para que siguiéramos tomando unos tragos más del pulque, regresó y nos pidió prestados veinte pesos, para "la borreguita" que me ha venido siguiendo desde que fui por el pulque, todos los pasillos de allá afuera hasta acá adentro que me viene siguiendo, tendría que haberlo supuesto, sentía que alguien me estaba siguiendo, pero no estaba torcido, ahí todo el mundo conoce quién vende el pulque, pero es una tontería, con veinte pesos ya nos dejará de molestar. Y si no le das nada, preguntamos, no puedo arriesgarme, contesto, es que al final si va y les cuenta a los de negro me voy a meter en problemas, y no quiero, hasta ahora voy muy bien y ya conozco a los comandantes me dejan trabajar y cantar en algunas ocasiones, entonces no quiero meterme en líos, pero, ¿qué fue lo que te dijo? Que me había visto comprando pulque allá en el anexo y que lo que llevaba en la bolsa de plástico, chale, hasta sabe de que marca es la botella de agua que llenaron de pulque, esos cabrones todo lo ven, que si no le aflojo treinta varos me va a ir a acusar con el comandante, y si le creo pues se le nota que es borreguita profesional, sabe los nombres de los de negro, de hecho hasta a mi me conoce, dice que ya van varias veces que me ve cantar acá afuera y allá adentro también me ha visto, esos pinches borregas siempre andan en todas partes. Te damos más varo no te vayas a meter en una bronca, no con esto - dijo él - ya treinta varos es un chingo, de hecho con diez se debería de estar tranquilo, pero como vio que le dieron unos tragos ustedes, si se entera el comandante entonces sí, yo me meto en un lío muy fuerte y ustedes no vuelven a entrar aquí, no nos conviene, por treinta varos, ya después encuentro la manera de chingármelo.
Se fue de nueva cuenta con los 20 pesos que le habíamos dado, los vimos discutir en el pasillo de adentro y vimos que hablo por última vez y en ese mismo momento vimos como volteaba a vernos, nos señalo e hizo un ademán de despedida, contestamos con la misma seña y en segundos ya estaba nuestro amigo con nosotros. ¿Qué pasó? Nada, ya esta, le tube que dar 35 varos, no aflojaba el cabrón ya hasta que le dije: que conocía yo también a la banda de negro y a algunos administrativos fue que se calmó y terminamos, cabrón, es que hay que estar en todo aquí compas, nunca saben cuándo los están viendo, quiénes los ven, ni tampoco que piensan, aquí debes de aprender a leer las miradas e interpretarlas en chinga y mirar más rápido y pensar más en chinga y hasta tienes que aprender a oler el miedo, como las ratas canijo, hay que ser como las ratas aquí.
El pulque canero tiene un sabor muy fuerte, pero la consistencia, el color, el hilo que forma al caer es igual al de maguey que venden afuera. Es un buen engaño a los sentidos de los que están confinados.
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